martes, 21 de febrero de 2012

Los Constructores del Templo del Rey Salomón


Alguna parte de los poderes internos y de los rituales egipcios había sido transmitida fielmente de generación en generación desde los días de Moisés hasta el momento en que el Rey Salomón subió al trono de su padre David. Hay algo de verdad en la tradición preservada en la Biblia, aunque haya exageraciones y equivocaciones en los relatos que nos han llegado, y mucho del significado interno de los símbolos haya sido olvidado.

El Rey Salomón parece haber sido un hombre de considerable fuerza de carácter, con algo de conocimiento oculto, y la gran ambición de su vida fue unificar sólidamente a su pueblo hasta convertirlo en un reino fuerte y respetado, capaz de tener una posición de influencia entre las naciones que le rodeaban.

Con tal fin erigió el templo en Jerusalén para que fuera el centro de la veneración religiosa de su pueblo y símbolo de la unidad nacional; tal vez no fue tan magnificente como relata la tradición, pero el Rey estaba en extremo orgulloso de él y lo consideraba uno de los grandes logros de su época.

En esta obra contó con la ayuda de su aliado, Hiram, Rey de Tiro, quien aportó una buena cantidad de material para el edificio y prestó muchos hábiles artesanos para ayudar en el trabajo; pues los fenicios eran más diestros en la construcción que los judíos; éstos eran, principalmente, un pueblo pastoril. También unos cincuenta años antes, alguno de los grupos errantes de Constructores (Masones) que decían llamarse Artífices Dionisíacos se habían establecido en Fenicia, de modo es que el Rey Hiram pudo contribuir con muchos trabajadores expertos. Esta Alianza es un asunto de historia secular, pues Flavio Josefo, el gran historiador judío, nos cuenta que aún en sus días algunas copias de las cartas que se cruzaron los dos Reyes, existían en los archivos de Tiro y podían ser consultadas por los estudiantes. Hiram Abiff fue también un personaje real, aunque no halló la muerte de la manera reportada en la tradición Masónica. Fue un decorador, más bien, que el auténtico Arquitecto del Templo, como claramente lo dicen los relatos bíblicos. “Estaba saturado de sabiduría y entendimiento, y hábil en todo trabajo con latón”
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Era “hábil para trabajar el oro, la plata, latón, hierro, piedra, madera, lino fino, rojo, azul, rosa; también para grabar toda clase de grabados, y para hallar solución a todo problema que se le planteara”. Josefo confirma la tradición de que él fue un artista y artesano, más bien, que arquitecto: “Este hombre era diestro en toda suerte de trabajos, pero su fuerte era trabajar el oro, la plata y el latón, y él hizo todo el trabajo minucioso del templo según deseos del Rey”. Era hijo de una viuda de Neftali, y su padre era de Tiro, trabajador en latón antes que él. En vista de tanta responsabilidad en sus manos y de que era un consumado artista, parece haber gozado de la íntima confianza del Rey Salomón, y de haber sido miembro del consejo.

Evidentemente era tratado como un igual por los dos Reyes, y ésa es una de las razones que influenciaron al H. Ward a traducir Hiram Abiff como “Hiram su padre (de él)” y a representar al Rey de Tiro como enviado a su abdicado padre como superintendente del decorado del templo

1 comentario:

Anónimo dijo...

He creado una página para que juntos aprendamos sobre el Templo según la descripción del profeta Ezequiel. Te invito a unirte: https://www.facebook.com/pages/Constructores-del-gran-templo-de-Jerusalem/1406410259620548?ref=hl