Se han publicado varias decenas de miles de libros en los que, desde diversas perspectivas, se habla de la masonería. De hecho, el mercado editorial sigue lanzando cada año numerosos títulos, entre los que encontramos un poco de todo: conspiraciones delirantes; estudios históricos muy detallados; filosofía de altos vuelos o, por el contrario, de niveles paupérrimos; sesudas investigaciones esotéricas y simbólicas; encendidas apologías; “inspiradas” novelas…
La primera dificultad que debe afrontar cualquier estudioso de “la orden” es delimitar el alcance y sentido del término “secreto”; tan omnipresente en sus rituales como determinante de su naturaleza. Secretismo o discreción, metáfora o realidad, delirio o imaginación creativa… secreto o secretos. O, ¿acaso no existe tal?
En este contexto, y desde una perspectiva estrictamente comercial, no parecía previsible la edición de un libro como el que hoy comentamos (*). Si se hubiera orientado hacia cualquiera de los diversos géneros que hoy cuenta con una cuota fija de lectores, se hubiera garantizado, al menos, unas ventas seguras y una amistosa acogida. Pero el autor ha optado, sorprendentemente, por una vía más difícil; aunque muy necesaria. Así que, antes que nada, ha puesto las cartas sobre la mesa: es católico, apenas atribuye valor alguno a las teorías conspiranoicas, se dirige a masones y no masones, pretende llegar y mostrar el núcleo de la doctrina masónica. Una sugestiva propuesta de quien ya ha acreditado un sagaz conocimiento de la gnosis actual con su libro La verdad sobre El Código da Vinci (Libros Libres, Madrid, 2004).
Ante la desmedida hiperproducción literaria derivada de las actividades de los “Hijos de la Viuda” , José Antonio Ullate ha conseguido separar el preciado grano de la abundante paja sirviéndose de una selecta y plural bibliografía. Para ello se ha centrado en sus fundamentos doctrinales, que concreta en una serie de cuestiones claves: la masonería como religión; deísmo y panteísmo; ateísmo moral; naturalismo. Y, como punto de partida y base de todo ello, el Gran Arquitecto del Universo.
Decíamos que no oculta sus convicciones, de modo que se remite al Magisterio de la Iglesia, observando muy acertadamente que éste no ha variado en absoluto desde, que ya en 1738, el Papa Clemente XII condenara por primera vez a la masonería; manteniéndose el juicio doctrinal inalterado hasta hoy. Pero, ojo, tampoco ha variado un ápice la doctrina, estructura y finalidad de la masonería.
Ullate describe con sencillez los principales ingredientes esotéricos y filosóficos que han nutrido a la masonería especulativa o moderna: el rosacrucismo; la Ilustración; el hermetismo; la Cábala (a la que consagra un capítulo excepcionalmente revelador).
Para su propuesta de viaje, ofrece el sugestivo panorama de una sintética introducción a los orígenes míticos y reales de la masonería; la inconsistencia de la distinción organizativa regular/irregular; el valor del rito, del simbolismo y de la iniciación. En coherencia con su ambiciosa pretensión, rehuye de uno de los extendidos defectos contemporáneos: la confusión conceptual. Una carencia hermanada con la ambigüedad y la vacuidad. De modo que si a usted le gustan esas paradojas tan actuales –y tan antiguas- del tipo de “lo que está arriba es como lo que está abajo, y lo que está abajo es como lo que está arriba”, se sentirá defraudado. Por el contrario, en este libro encontrará unas saludables dosis de esas cualidades que la New Age -manifestación vulgarizada de la mentalidad masónica en los ámbitos pseudoespiritual y psicológico actuales- ignora: razonabilidad, objetividad, realismo.
Para coronar su trabajo, proporciona unos interesantes anexos documentales: la pertenencia masónica de Mozart y la paradójica recepción actual de su seductora música en el catolicismo; el naturalismo masónico; la primera condena papal, la carta In eminenti; la encíclica de León XIII Humanum genus; los Landmarks masónicos más relevantes.
Pero no todo es densa doctrina y trabajosa reflexión personal. También encontramos algunos episodios significativos de esta enmarañada y velada historia. Es el caso de los celebrados delirios del manipulador y embaucador Leo Taxil. Pero también otro que debemos destacar: la discreta conversión al catolicismo en 1874 de quien fuera máximo dirigente de la masonería: Lord Ripon, Gran Maestro de la Gran Logia Unida de Inglaterra. Un episodio tan revelador como conmovedor. Un hombre que, nacido protestante, viviendo la masonería hasta su nivel más alto, encontró plenamente la verdadera Luz, que había perseguido, en Jesucristo. Pero no un Cristo al uso del supermercado pseudoespiritual actual -cósmico, interior, esotérico, etéreo-, sino el Jesucristo que nos acompaña en la Iglesia.
No se piensen que todas estas cuestiones carecen de relevancia. Al contrario. El mundo de hoy es incomprensible sin la filosofía y la acción masónicas; de modo que aunque la organización no aparente gozar de gran vitalidad, sus principios se aplican por doquier. Ello puede explicar, sin ir más lejos, las raíces del voluntarismo político de ZP en su particular cruzada en pos de la libérrima satisfacción de cualquier deseo; por absurdo que parezca. No pudiéndose alcanzar la verdad, de modo que no puede conocerse ni ser operativa, siendo la ética una relativista y cambiante convención social, será la libertad al servicio del deseo como pulsión el motor individual y social de un optimista progreso indefinido. Una perfecta conclusión y aspiración masónicas.
Después de semejante periplo, desde la Cábala a ZP, ustedes me preguntarán: ¿cuál es el secreto de la masonería? ¿Realmente existe? Pues no seré yo quien les prive del placer de su descubrimiento
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