Concienciación individual
Las personas que se encuentran en el camino correcto de búsqueda espiritual son seres humanos básicamente iguales que los demás, por muy adelantados que estén o por muy elevados que sean sus conocimientos esotéricos. Lo único que puede diferenciarlos sustancialmente del resto de las personas es el hecho de que tratan de ver la realidad de una forma más completa y profunda de lo que nos tiene acostumbrados el entorno cultural que nos rodea.
Debe ser un proceso de concienciación individual para extraer lo mejor de lo que se haya contenido en la interioridad de cada uno y que ha de convertirse en un hecho cotidiano que pueda ser compartido por todos los seres humanos que lo deseen. En este sentido se debe huir del uso de términos grandilocuentes cuando se habla de discipulado, maestros y procesos de iniciación.
Siempre puede ser una actividad valiosa y necesaria el pasar por el tamiz del sentido común y de la sana razón, revisando y criticando la información y el conocimiento suministrado por cualquier maestro o enseñanza espiritual, no sólo en base a lo coincidente con nuestra opinión personal, sino fundamentalmente en lo que puedan aportar al interés y progreso de la humanidad en su conjunto, y siempre por el respeto que muestren a los demás.
Conocimiento esotérico
Los autores que trasmiten sus enseñanzas son seres humanos, y por tanto sujetos a errores, verdades a medias y tergiversaciones. La obra del conocimiento oculto, tal como manifiesta Rudolf Steiner, es siempre inspirada por entidades espirituales interesadas en el proceso evolutivo del ser humano, de uno u otro rango, signo o nivel.
Cualquier entrenamiento en el mundo de lo esotérico debe suministrar realismo y humildad, de forma natural, no fingida, un mayor nivel de madurez anímica y, por consiguiente, de responsabilidad social, empezando por la comprensión, la tolerancia y la empatía con los demás. Todos solidariamente estamos en el mismo carro como humanidad; todos estamos sujetos a equivocaciones, especialmente tratando temas suprasensibles, y por ello nadie puede creerse o sentirse superior o por encima de cualquier otro ser humano. El que se cree demasiado a si mismo no tiene capacidad ni energías para poder ocuparse de los demás.
Vinculación con el Cosmos
El camino debe ser recorrido por uno mismo, sintiéndose vinculado con todo lo que existe; el refuerzo de la individualidad que ello supone debe ser contrarrestado por la vinculación a todos los seres del Cosmos, en un proceso de solidaridad, empatía y corresponsabilidad, a fin de evitar caer en una soberbia fría o indiferencia. También tiene que haber un anhelo que rompa con el conformarse con lo que el materialismo como ideología cultural ofrece en esta época, una búsqueda de algo que no venga de lo material.
Lógicamente, las personas normales (en el sentido de que no se preocupan por temas espirituales o esotéricos) son las más aptas para desenvolverse en el mundo físico-material en el que vivimos, especialmente la minoría que es capaz de profundizar en las dimensiones profundas de dicho mundo y de esa forma concentran la riqueza (y el poder inherente a la misma) en sus manos, sometiendo al resto. Por otra parte, las personas que han profundizado en la realidad global y trabajan en el conocimiento esotérico tienen la ventaja de su propio desarrollo, que pueden irradiar al mundo, pero el inconveniente de que, a corto plazo, se hacen ineficaces en el mundo material, del que comienzan a separarse irremediablemente. Tal como señala Steiner en su obra ¿Cómo se adquiere el conocimiento de los mundos superiores?, es difícil conservar el equilibrio correcto entre las distintas estructuras de los cuerpos del ser humano (físico, etérico y astral) produciéndose una cierta independencia o disociación entre sus facultades anímicas de pensamiento, sentimiento y voluntad. No obstante, cualquier percepción suprasensible que pueda obtener el aspirante al conocimiento superior, no debe interferir en su conciencia habitual de vigilia, sino complementarla y enriquecerla, no dejando nunca de lado la inquietud por lo social y la realidad de la existencia del mal como entidad objetiva, del sufrimiento e injusticias existentes en la humanidad, y de la necesidad de luchar, en lo posible, contra ellas.
La palabra como instrumento
La palabra es el instrumento creador más poderoso que tiene el ser humano, a través del órgano de fonación (la laringe), que, tal como señala Steiner, es un órgano en pleno proceso de transformación y que en un futuro sustituirá a los órganos reproductores. Por ello, cualquier terminología especializada, no sólo de términos esotéricos, tiene poder en si misma, y su abuso puede tener efectos anímicos intoxicantes. Demasiada información suprasensible, al margen de la vida cotidiana, puede embotar el pensamiento y adormecer la conciencia, si ésta sólo está despierta para lo “trascendente” y en estado letárgico para la realidad cotidiana. En estos casos lo mejor puede ser el alejarse temporalmente de los temas “esotéricos” y su sustitución por actividades sociales y de relación con otros seres humanos, especialmente si se basa en el trabajo con marginados y desposeídos.
Análisis de la realidad
Como hemos visto, el adentrarse en el mundo del conocimiento de lo oculto, de lo no perceptible sensorialmente, tal como preconiza la Ciencia Espiritual o Antroposofía desarrollada por Steiner, ha de suponer el que uno se convierte en instrumento de interpretación y análisis de la realidad cotidiana, no al servicio de uno mismo, sino de la evolución de la humanidad en su conjunto. Nunca debe ser un refugio o recurso para individuos que buscan satisfacer sus necesidades psicológicas, sino para cultivar, de forma efectiva, la fraternidad y cooperación con otros seres humanos. En el camino de iniciación cristiano el aspirante que desarrolla su alma consciente, labor a realizar en nuestra época, se pone al servicio del Cristo, a través de sus jerarquías, pudiendo entonces irradiar las influencias benefactoras y estimulantes recibidas.
La conciencia de una parte cada vez mayor de la humanidad en la actualidad comienza a poder adentrarse en lo suprasensible a través de una conciencia moral en los pensamientos y sentimientos, diferenciándose así de una inmensa mayoría de seres humanos que se dejan arrastrar por las influencias materialistas del sistema cultural imperante, que no olvidemos, es dirigido por seres conscientes de sus objetivos contrarios al impulso crístico, que como afirma Steiner, es el único que puede garantizar la correcta evolución de la humanidad para alcanzar sus fines, conforme a los planes de la divinidad. La ciencia espiritual puede ayudar en este sentido a través del conocimiento del impulso del Cristo.
Evolución del alma
La ascética y el entrenamiento exterior para el conocimiento espiritual pertenecen a los procesos iniciáticos del pasado; en la época actual lo correcto es la evolución espontánea del alma para que ella desenvuelva por si misma las fuerzas internas. Lo que es apropiado para una persona puede ser muy perjudicial para otra. Los únicos ejercicios que tienen sentido hoy día, en una corriente espiritual seria, son aquellos destinados a incrementar el nivel de conciencia. Cuando nos preguntamos si lo que hacemos, sentimos o pensamos puede ocasionar algún trastorno o desequilibrio a la humanidad global a la que pertenecemos, es nuestra conciencia interna la que debe estar en disposición de respondernos. El alma que está preparada recibe la instrucción desde su interior. El discernimiento propio es un elemento esencial a ser cultivado desde las primeras etapas del desarrollo del aspirante al conocimiento espiritual: debe saber en cada momento lo que necesita y le conviene o lo que le no le hace falta. Cualquier represión o auto-mortificación no es ninguna forma de obtener un progreso sano y natural.
Las personas que se encuentran en el camino correcto de búsqueda espiritual son seres humanos básicamente iguales que los demás, por muy adelantados que estén o por muy elevados que sean sus conocimientos esotéricos. Lo único que puede diferenciarlos sustancialmente del resto de las personas es el hecho de que tratan de ver la realidad de una forma más completa y profunda de lo que nos tiene acostumbrados el entorno cultural que nos rodea.
Debe ser un proceso de concienciación individual para extraer lo mejor de lo que se haya contenido en la interioridad de cada uno y que ha de convertirse en un hecho cotidiano que pueda ser compartido por todos los seres humanos que lo deseen. En este sentido se debe huir del uso de términos grandilocuentes cuando se habla de discipulado, maestros y procesos de iniciación.
Siempre puede ser una actividad valiosa y necesaria el pasar por el tamiz del sentido común y de la sana razón, revisando y criticando la información y el conocimiento suministrado por cualquier maestro o enseñanza espiritual, no sólo en base a lo coincidente con nuestra opinión personal, sino fundamentalmente en lo que puedan aportar al interés y progreso de la humanidad en su conjunto, y siempre por el respeto que muestren a los demás.
Conocimiento esotérico
Los autores que trasmiten sus enseñanzas son seres humanos, y por tanto sujetos a errores, verdades a medias y tergiversaciones. La obra del conocimiento oculto, tal como manifiesta Rudolf Steiner, es siempre inspirada por entidades espirituales interesadas en el proceso evolutivo del ser humano, de uno u otro rango, signo o nivel.
Cualquier entrenamiento en el mundo de lo esotérico debe suministrar realismo y humildad, de forma natural, no fingida, un mayor nivel de madurez anímica y, por consiguiente, de responsabilidad social, empezando por la comprensión, la tolerancia y la empatía con los demás. Todos solidariamente estamos en el mismo carro como humanidad; todos estamos sujetos a equivocaciones, especialmente tratando temas suprasensibles, y por ello nadie puede creerse o sentirse superior o por encima de cualquier otro ser humano. El que se cree demasiado a si mismo no tiene capacidad ni energías para poder ocuparse de los demás.
Vinculación con el Cosmos
El camino debe ser recorrido por uno mismo, sintiéndose vinculado con todo lo que existe; el refuerzo de la individualidad que ello supone debe ser contrarrestado por la vinculación a todos los seres del Cosmos, en un proceso de solidaridad, empatía y corresponsabilidad, a fin de evitar caer en una soberbia fría o indiferencia. También tiene que haber un anhelo que rompa con el conformarse con lo que el materialismo como ideología cultural ofrece en esta época, una búsqueda de algo que no venga de lo material.
Lógicamente, las personas normales (en el sentido de que no se preocupan por temas espirituales o esotéricos) son las más aptas para desenvolverse en el mundo físico-material en el que vivimos, especialmente la minoría que es capaz de profundizar en las dimensiones profundas de dicho mundo y de esa forma concentran la riqueza (y el poder inherente a la misma) en sus manos, sometiendo al resto. Por otra parte, las personas que han profundizado en la realidad global y trabajan en el conocimiento esotérico tienen la ventaja de su propio desarrollo, que pueden irradiar al mundo, pero el inconveniente de que, a corto plazo, se hacen ineficaces en el mundo material, del que comienzan a separarse irremediablemente. Tal como señala Steiner en su obra ¿Cómo se adquiere el conocimiento de los mundos superiores?, es difícil conservar el equilibrio correcto entre las distintas estructuras de los cuerpos del ser humano (físico, etérico y astral) produciéndose una cierta independencia o disociación entre sus facultades anímicas de pensamiento, sentimiento y voluntad. No obstante, cualquier percepción suprasensible que pueda obtener el aspirante al conocimiento superior, no debe interferir en su conciencia habitual de vigilia, sino complementarla y enriquecerla, no dejando nunca de lado la inquietud por lo social y la realidad de la existencia del mal como entidad objetiva, del sufrimiento e injusticias existentes en la humanidad, y de la necesidad de luchar, en lo posible, contra ellas.
La palabra como instrumento
La palabra es el instrumento creador más poderoso que tiene el ser humano, a través del órgano de fonación (la laringe), que, tal como señala Steiner, es un órgano en pleno proceso de transformación y que en un futuro sustituirá a los órganos reproductores. Por ello, cualquier terminología especializada, no sólo de términos esotéricos, tiene poder en si misma, y su abuso puede tener efectos anímicos intoxicantes. Demasiada información suprasensible, al margen de la vida cotidiana, puede embotar el pensamiento y adormecer la conciencia, si ésta sólo está despierta para lo “trascendente” y en estado letárgico para la realidad cotidiana. En estos casos lo mejor puede ser el alejarse temporalmente de los temas “esotéricos” y su sustitución por actividades sociales y de relación con otros seres humanos, especialmente si se basa en el trabajo con marginados y desposeídos.
Análisis de la realidad
Como hemos visto, el adentrarse en el mundo del conocimiento de lo oculto, de lo no perceptible sensorialmente, tal como preconiza la Ciencia Espiritual o Antroposofía desarrollada por Steiner, ha de suponer el que uno se convierte en instrumento de interpretación y análisis de la realidad cotidiana, no al servicio de uno mismo, sino de la evolución de la humanidad en su conjunto. Nunca debe ser un refugio o recurso para individuos que buscan satisfacer sus necesidades psicológicas, sino para cultivar, de forma efectiva, la fraternidad y cooperación con otros seres humanos. En el camino de iniciación cristiano el aspirante que desarrolla su alma consciente, labor a realizar en nuestra época, se pone al servicio del Cristo, a través de sus jerarquías, pudiendo entonces irradiar las influencias benefactoras y estimulantes recibidas.
La conciencia de una parte cada vez mayor de la humanidad en la actualidad comienza a poder adentrarse en lo suprasensible a través de una conciencia moral en los pensamientos y sentimientos, diferenciándose así de una inmensa mayoría de seres humanos que se dejan arrastrar por las influencias materialistas del sistema cultural imperante, que no olvidemos, es dirigido por seres conscientes de sus objetivos contrarios al impulso crístico, que como afirma Steiner, es el único que puede garantizar la correcta evolución de la humanidad para alcanzar sus fines, conforme a los planes de la divinidad. La ciencia espiritual puede ayudar en este sentido a través del conocimiento del impulso del Cristo.
Evolución del alma
La ascética y el entrenamiento exterior para el conocimiento espiritual pertenecen a los procesos iniciáticos del pasado; en la época actual lo correcto es la evolución espontánea del alma para que ella desenvuelva por si misma las fuerzas internas. Lo que es apropiado para una persona puede ser muy perjudicial para otra. Los únicos ejercicios que tienen sentido hoy día, en una corriente espiritual seria, son aquellos destinados a incrementar el nivel de conciencia. Cuando nos preguntamos si lo que hacemos, sentimos o pensamos puede ocasionar algún trastorno o desequilibrio a la humanidad global a la que pertenecemos, es nuestra conciencia interna la que debe estar en disposición de respondernos. El alma que está preparada recibe la instrucción desde su interior. El discernimiento propio es un elemento esencial a ser cultivado desde las primeras etapas del desarrollo del aspirante al conocimiento espiritual: debe saber en cada momento lo que necesita y le conviene o lo que le no le hace falta. Cualquier represión o auto-mortificación no es ninguna forma de obtener un progreso sano y natural.