miércoles, 30 de diciembre de 2009

Descubriendo o conociendo la verdad

Estamos por comenzar el año 2010 y luego de algunas actividades de investigación en aras de esa búsqueda de la superación espiritual, compartimos algunas reflexiones ¿En que fundamentos firmes se puede apoyar el hombre en su camino de búsqueda espiritual, en la evolución y desarrollo de su actividad trascendente, según las características propias de la época cultural en la que vive, de desarrollo de la conciencia y de conocimiento de la realidad?.

En otras reflexiones ya hemos destacado el hecho de que hoy disponemos de ingentes cantidades de conocimiento e información, trasmitida de generaciones, tradiciones y culturas anteriores, que nos abarca e inunda, en función de la formación que hayamos recibido y del acceso que tengamos a los medios de comunicación de masas.

Como personas nacidas en el siglo XX estamos a caballo entre el pasado y el inicio de un futuro, interesados en la situación espiritual de la realidad. No podemos limitarnos a conservar todo lo recibido anteriormente como base de nuestra actuación en el mundo. Queremos penetrar más profundamente en el significado de la realidad, rebasar esa enseñanza recibida, en su mayoría de corte materialista, y empezar a conocer la conformación espiritual del mundo fundamentada en una gnoseología, o forma de conocimiento que tiene que llegar a la sabiduría, al asentamiento en la conciencia de cada uno, para que tenga validez.

Debemos crear los gérmenes de una voluntad amorosa-portadora de Amor que sólo puede devenir de la sabiduría, de ese conocimiento interiorizado del” Yo”, no de la mera información o conocimiento, por muy esotérico que sea. Y para eso tiene que estar basado en la Verdad –con mayúscula– no en suposiciones, hipótesis, postulados o teorías científicas, sino en la vivencia de la Verdad que podamos conocer.

Para conocer la Verdad lo primero que tenemos que saber es: ¿Cuál es el instrumento con el que podemos afianzarnos de forma absolutamente segura, sin posibilidad de error, para conocerla?. La respuesta requiere comprender cual es la constitución completa del ser humano, tal como enseña la ciencia espiritual o Antroposofía desarrollada por Rudolf Steiner, expuesta detalladamente en su libro “Teosofía”, y así saber, dentro de esa estructura, cual es la actividad que nos puede permitir tener una confianza total en esa Verdad.
El Pensar Consciente

Steiner nos dice que esa actividad, que nos puede permitir conocer la Verdad, no puede ser otra que el Pensar, lo más valioso que tenemos como principio de toda actividad espiritual, lo que es consustancial con el Yo, lo que hace a la conciencia ser conciencia, lo que sólo pertenece individualmente a cada uno y que podemos reconocer como algo propio.

En su obra “Filosofía de la Libertad”, o filosofía de la actividad espiritual, Steiner explica que el punto más firme que tiene la humanidad actual para alcanzar el conocimiento, el último fruto de la evolución, sin sentido en épocas anteriores y sólo accesible al hombre moderno, es esta forma de pensar consciente, que constituye la base y el comienzo de cualquier trabajo de auto-conocimiento, y más en concreto la observación personal del propio pensar.

El pensar es el instrumento propio del ser humano, -el que nos hace personas-, sin él no podríamos comprender nada y nos asimilaría al reino animal de puro instinto y sensaciones. No lo valoramos en todo lo que vale sencillamente porque lo tenemos constantemente a nuestra disposición y de forma inmediata, y, quizás por ello escasamente lo utilizamos: podemos darnos cuenta de que la inmensa mayoría de la actividad mental y cognitiva que consideramos pensamientos, sólo son el producto automático y en general semiinconsciente de los sucesos y las cosas que nos pasan en la vida, al capricho del acontecer, sin control alguno de nuestra conciencia, lo cual no suele ser casi nunca un pensar consciente en el que actúe y sea sujeto activo y presente el Yo.

Si el “Yo” llega a comprender que es un ser consciente espiritual, y que vive en un mundo ficticio (“maya”) temporal, intermediario entre el mundo espiritual y el físico-material, entonces las percepciones materiales que nos están condicionando las podemos unificar con las espirituales, mucho más reales, si las comprendemos a través del pensar. Como nos dice Steiner el pensar es algo que sólo el ser humano lo puede hacer en el universo, ningún otro ser vivo.

En un trabajo de auto-conocimiento lo primero que precisamos hacer es darnos cuenta de lo que somos, donde estamos, de donde partimos y qué características tenemos, es decir, siempre la toma conciencia se efectúa mediante el pensar, requisito imprescindible para ello. Es un patrimonio que ahora tenemos todos los que formamos parte de la humanidad, como cualidad en la que tiene que apoyarse nuestro conocimiento y comprensión, nuestra actividad humana, y en general, todo nuestro desarrollo espiritual. Pero su eficacia y su valía va a estar en función de a qué dediquemos nuestro pensar, si a cosas triviales e intrascendentes, con fines espurios o egoístas de enriquecimiento material, ó bien a objetivos altruistas, en colaboración con otros, de mejoramiento de la vida, de estudio e investigación espiritual, etc.

Todo esto se puede hacer, o porque nos pongamos bajo la autoridad de alguna persona, institución, doctrina o maestro que consideremos superior, en una cómoda posición en la que no avanzaremos, ó bien, trabajando con nuestra propia reflexión a través del pensar consciente. Si lo hacemos autónoma y responsablemente entonces será una actividad individual de nuestro Yo, que que eventualmente, cuando pasemos al mundo espiritual, tras la muerte, podremos llevar como patrimonio personal y contribución al mundo espiritual al que pertenecemos. Esto es algo que todos tenemos que empezar a comprender y percibir en nosotros mismos, observando nuestro propio proceso de pensamiento.

martes, 15 de diciembre de 2009

LA ADAPTACION DE LOS RITUALES


Mas los planes del Rey Salomón para la consolidación de su pueblo no estaban aún completos; por la construcción del templo había formado un centro externo de veneración nacional, y ahora deseaba que los Misterios, o sea el corazón de la religión de su pueblo y centro de la conciencia espiritual del mismo, tuvieran una forma judía pura. El ceremonial transmitido desde los días de Moisés era aún egipcio, y los iniciados en los Misterios todavía estaban simbólicamente ocupados en la construcción de la gran pirámide, la Casa de la Luz, y en celebrar la muerte y resurrección de Osiris. Aún cuando el templo no tenía los correspondientes pasadizos de la iniciación, el Rey Salomón deseaba que para el futuro ocupara el lugar de la Casa de la Luz, y se convirtiera en el centro espiritual de los Misterios judíos.

El Rey Hiram de Tiro calurosamente apoyó la idea; él mismo había heredado ritos iniciatorios que habían sido derivados de los Misterios de Caldea, una muy antigua línea de tradición que corría paralela a los Misterios de Egipto desde los días de los atlantes, y que tenían sus principales pasadizos de iniciación en Babilonia. El también acariciaba la idea de que un centro más cercano a casa y en manos amistosas era altamente deseable, y por lo tanto, cooperó con el plan de adaptar los antiguos ritos y enfocarlos en el templo en Jerusalén.

Primero, según parece, los dos Reyes enviaron una embajada a Egipto a estudiar con el Faraón el grave asunto, diciéndole que habían construido el templo, y pidiéndole total reconocimiento para la rama judía de los Misterios. El Faraón no aceptó sus proposiciones ni mostró ningún entusiasmo, y más bien dejó entender con frialdad, que ninguno que no fuera egipcio podría entender los Misterios de Egipto.

Tal parece, que los egipcios de esos días consideraban a sus hermanos judíos como lo harían los de la Gran Logia de Inglaterra si el Gran Oriente de Haití les propusiera alteraciones al ritual. No hallamos ninguna confirmación de la historia del casamiento del Rey Salomón con la hija del Faraón, según relato de la Biblia; es más, la unión es ahora generalmente rechazada por los críticos como imposible, pues de acuerdo con las tabletas de Tel-el-Tmarna, una princesa no podía casar con ningún extranjero.

Al regreso de los embajadores de su viaje a Egipto, el Rey Salomón y el Rey Hiram ordenaron asamblea del consejo en Jerusalén, y se decidió que de inmediato debían de proceder con el trabajo de adaptación de los rituales para darles forma judía. Es un hecho interesante el que las tres diferentes líneas de tradición fueran representadas en las personas de los tres miembros en jefe del consejo y de los cuales podemos hallar rastros en nuestros modernos trabajos. El mismo Rey Salomón había heredado la línea egipcia de sucesión derivada de Moisés; el Rey Hiram de Tiro conservó la sucesión caldea, en tanto que Hiram Abiff trajo consigo otra línea de tradición, que no derivaba de ninguna de esas fuentes.

Esta última línea era extraña y terrible; probablemente perpetuada por conducto de tribus salvajes y primitivas y sacrificios humanos. Creo que a esta línea es a la que se refiere el H. Ward en su notable obra Who was Hiram Abíff? en la cual aduce una vasta cantidad de evidencias para demostrar que nuestra historia tradicional está basada en el mito de la muerte y resurrección del Tammuz, y es en realidad un relato del asesinato ritual de uno de los Reyes-sacerdotes de esa religión. Señala que muchas de las razas primitivas representaban un drama en el que alguien, generalmente un sacerdote o rey, representa a un dios que es muerto y luego resucita; que en tiempos antiguos, sea como fuere, realmente mataban a tal representante y lo ofrendaban como sacrificio para asegurar la fertilidad; que cuando primero oímos de ese mito de Tammuz, fue en relación con Babilonia, y que las tribus en la vecindad de Judea eran todas adictas a la veneración de esa deidad. Entre los mismos judíos encontramos a los profetas acusando a las mujeres hebreas de tomar parte en el ritual de luto dedicado a él.

El propio Salomón de ninguna manera fue definitivo monoteísta, y su pueblo desgraciadamente mostró una tendencia clara de adorar dioses extraños. Parece haber mucha evidencia para probar que el canto de amor (Cantar de los Cantares) que se le atribuye en la Biblia es realmente un himno ritual dedicado a Astarté, para quién el construyó un templo muy cerca del de Jehová. Hay considerable seguridad de que Balkis, Reina de Saba, haya sido una persona real, o sólo una personificación de Astarté.

El H. Ward explica que los festivales de los santos patronos de la Francmasonería, San Juan el Bautista en Verano, y San Juan el Evangelista en Invierno, son solamente una perpetuación de las fiestas del viejo culto a la fertilidad, verificadas durante los solsticios de verano e invierno; que ritos culturales similares son hallados en otras latitudes, teutónicos, celtas y griegos, que también ellos sobrevivieron entre los esenios, y que los Caballeros Templarios trajeron a su regreso de Siria una historia muy similar a la del grado 3. El cuento de Jonás, él remarca, ha sido siempre entendido como un mito de muerte y resurrección, y que también fue sacrificado para apaciguar a una deidad y obtener la salvación para otros, tal como lo fue el Rey-Sacerdote de antes. Cita muchos ejemplos de sacrificios de fundación y consagración; y sostiene, como lo ha venido haciendo, que Hiram Abiff fue el padre de ese otro Hiram que fue Rey de Tiro; luego escribe: Los adeptos fenicios y judíos del antiguo culto de Tammuz, sin duda sintieron que la Gran Diosa había sido defraudada de su justa parte cuando Hjram Abiff no fue sacrificado, como era la antigua costumbre cuando su hijo subió al trono, y estaban confiados de que si él no era sacrificado cuando se terminara el templo, la estabilidad y futuro de éste peligrarían. Así que considero que los trabajadores fenicios, con o sin el consentimiento de Salomón, tomaron la vida del antiguo Rey de Tiro, Abibaal o Hiram Abiff, como sacrificio de consagración.

Si bien apenas podemos aceptar la sugestión de que la ascendencia de nuestro rito moderno sea totalmente Sirio, no podemos dudar que la influencia de la tercera línea de tradición con la que especialmente contribuyó Hiram Abiff fue considerable. También notamos que parece haber estado especialmente relacionada con el trabajo de los metales. Todo eso que se halla en nuestros rituales modernos acerca de Lamech y sus hijos; acerca de Jubal, el fundador del arte musical; y de Tubal Caín, el primer artífice de metales, parece pertenecer a la línea de tradición que Hiram Abiff introdujo. Este consejo fue el iniciador de la mayor parte de nuestro trabajo Masónico moderno; el perfil principal del ritual egipcio fue cuidadosamente conservado (aunque el Rey Salomón, en más de una ocasión, citaba como autoridad, en cuanto a puntos de detalle a su hermano de Tiro junto con los signos, y aunque las palabras eran dadas en hebreo, en su mayor parte conservaron el mismo significado.

El Rey Salomón parece haber sido responsable en gran parte, de la ceremonia de elevación; él fue quien, por iniciativa de Hiram Abiff, cambió la inscripción de Osiris por la del maestro constructor que intentó escapar por las puertas del Sur, del Norte y del Este y fue asesinado porque no divulgo los secretos de un M. M. El nombre del auténtico constructor no era dado, por supuesto, como ahora, pues él mismo ayudó a la elaboración de la leyenda; tampoco hubo ninguna fatalidad conectada con la construcción del santo templo. La inserción del nombre actual fue obra de Rehoboam, cuando sucedió en el trono a Salomón su padre, como lo digo en La Vida Oculta en la Masonería; así que la historia vino a aplicarse a la persona de Hiram, el hijo de la viuda.

Una muy curiosa tradición aún existe en el grado 3 del rito de Mizraim. En este rito la figura central de la leyenda no es Hiram Abiff, de quien se dice que regresó con su familia después de la construcción del templo; mas la historia es transferida hasta muy atrás, a los días de Lamech, cuyo hijo Jubal bajo el nombre de Harrio-Jubal-Abi, se dice que murió asesinado por tres traidores, Hagava, Hakina y Heremda, (Enciclopedia por Mackey, a Metílcuyo Mizraim). El rito de Mizraim, como veremos después, es en extremo antiguo, y puede haber sido incorporado a otra tradición diversa a la transmitida en Europa, ya que parece haber sido introducido del Este hacia fines del siglo dieciocho. Puede ser que tengamos aquí otra huella de la línea de tradición que Hiram Abiff representó en el consejo del Rey Salomón. Ese fue el importante trabajo efectuado por la segunda Logia o Logia Sagrada. La sucesión de Maestros Instalados fue transmitida dentro del seno de la nueva organización y desde entonces los Maestros de Logias que derivan su sucesión de los Misterios de los Hebreos, se han sentado siempre en el trono del Rey Salomón, mientras los dos Vigilantes ocupan los de Hiram Rey de Tiro y de Hiram Abiff. De tal manera hay una auténtica verdad respaldando a nuestra tradición Masónica.
La auténtica historia tradicional, tal como quedó adaptada por el Rey Salomón, contenía mucho más de la leyenda de Osiris y era más coherente y sensata que hoy; ya que había una resurrección del maestro-constructor así como una muerte, y la búsqueda de Isis tras el cuerpo de Osiris era reflejada en la búsqueda, por ciertos artesanos, del cuerpo del Maestro. Pero esto era más bien un cargo de naturaleza verbal que una parte del trabajo ritual, y por lo tanto, quedaba más expuesta a desfiguración en el curso de los tiempos. Esto es exactamente lo que aconteció: Las ceremonias fueron transmitidas de era en era con muy pocos cambios, pero fueron en ciertas épocas vestidas con un nuevo grupo de palabras, que reflejaba el espíritu de esos días; en tanto que la leyenda asociada con el ritual del grado 3 quedó tristemente desfigurada al paso de los siglos hasta que en su forma presente no es más que una silueta de la gloriosa enseñanza de los Misterios de Egipto de los cuales derivó.